miércoles, 17 de diciembre de 2008

REGALOS

Era una mañana de domingo, la noche anterior había terminado una relación, que en mi inocencia de decir toda la verdad, le dije que estaba enamorado de otra chica, aquella mañana jodidamente tocaron la puerta, era ella, con un bulto en sus pies, y unas tarjetas en sus manos, me miro y rompió todo esos papeles con alguna letra mía, los regalos quedaron regados por mi vereda, no los necesito, finalizo.

Mi padre ya me había prometido una bicicleta de niño, este mes que viene te doy tu bicicleta, no se de que mes o que año, pero ya no la quiero.

en un pueblo a 10 kilómetros de Iquitos había conocido a un escritor , que en aquel día se hizo muy amigo mío, entre copa y copa de ajengibre, nos bebimos toda esa botella de tres litros, terminamos bebiendo cerveza, el anfitrión de aquella noche (un profesor de literatura de la UPI) lucido, yo mareado, pero de pie, el escritor a mi lado, tratando de bailar, se acerco y me dijo al oído, “te regalo un libro mío, ándate a mi casa el martes y te lo entrego”, quede muy fascinado por el regalo voluntario, aquel martes no pude irme, poco tiempo después , Arnaldo Panaifo Texeira había fallecido.

Había prometido a Wendy que de regalo le había de dar una recarga para su celular y un cebiche, creo que se canso de recordármelo, ya no me lo pide, creo que ya no quiere.

Por varios años nunca me gustó que me trajesen regalos para el día de mi cumpleaños, siempre salgo solo, o acompañado de mi eterna amiga, ella había preparado algo especial para mí, me gusto aquella idea, pero cuando realmente quise un regalo de esta mi amiga eterna, me porte muy mal con ella, y no quise su regalo y ella tampoco quiere darme ese regalo destinado para mí.

Abriendo mis cuadernos descubrí una carta muy colorida, con un nombre grande y muy bien pintado en la portada, abriéndola descubrí un agradable olor con cositas cursis para mi, aquella cartita está muy linda, que afán de hacer esas cosas para mí!!, lo guarde en mi billetera, se salvo de las manos destructoras de una enamorada celosa, en aquella carta me dijo que le respondiera de la misma manera, nunca le respondí, y nunca más supe de ella.



Era el cumpleaños de una amiga de la infancia, que me cuenta cosas tan intimas de ella que a veces me pone en una situación incómoda, por no ser yo la persona adecuada para recibir todo eso, era su cumpleaños y me olvide por completo, no me acuerdo ni el cumpleaños de mis padres, nunca llegue a darle ni un regalo, ella a cambio el día de mi cumpleaños se acerco sorpresivamente con un regalo que hasta ahora lo tengo en el mueble de mi computadora, es una artesanía tallada en coco, traído desde un pueblo donde ella enseñaba.

En toda mi incredulidad de joven había pedido a Dios que me diese un regalo grande y que a cambio yo le daría uno, el me lo dio, yo nunca le di nada, en el colmo de la conchudes le pedí otra vez que me una regalo más grande que el anterior, me lo volvió a dar, nunca le di nada, otra vez le pedí algo más grande que los dos anteriores,¿ se habrá cansado? de todas maneras ya es hora de que le dé a Dios lo que le prometí.